En un recipiente colocaremos agua caliente (a unos 40º de temperatura) al que podemos añadir sal (buscando que la inflamación, en su mayor parte compuesta por agua, salga através de la piel por osmosis) y en otro recipiente colocaremos agua fria (entre 15º-20º). Sumergiremos la zona inflamada (normalmete se usa para esguinces de tobillo) alternativamente en ambos recipientes manteniéndolo 3 minutos en agua caliente y 1 en fria, empezando y acabando con la fria ya que buscamos disminuir la inflamación, haciendo en total entre 3 y 5 ciclos de contraste ( frio-calor). Durante la inmersión en caliente podemos aprovechar para mover la articulación afectada buscando ganar movimiento ayudándonos la relajación que provoca la temperatura elevada (pero sin forzar mucho) y durante la inmersión fria, mantendremos inmóvil la articulación.

 

Los baños de contraste provocan respuestas sucesivas de vasoconstricción (cierre de los vasos sanguineos) y vasodilatación (apertura de los vasos) cutánea, cuyo resultado es la estimulación de la circulación local en la zona tratada; es como un entrenamiento de los vasos sanguíneos. Con ello conseguimos unos resultados antiinflamatorios y una mayor recuperación de las zonas dañadas como en esguinces, roturas fibrilares...y en general todas las lesiones que provoquen inflamación local, ya que al mejorar la circulación, conseguimos que a través de las venas acudan todos los nutrientes necesarios para que la zona se regenere mejor y a demás, conseguiremos una mejor evacuación de los desechos provocados por la lesión y la reparación de los tejidos.

 

Practicamente no tiene ninguna contraindicación pero deberán tener cuidado las personas con úlceras venosas, flebitis, tromboflebitis y cualquier problema circulatorio serio, por lo que, en caso de dudas, deberían ser pautadas por un profesional.